Cervantino



Esa preciosa de Marcela que meneaba sus curvas por las calles en la noche,
el cabrón del Chante que piropeaba a las mujeres que pasaban a su lado;
ni que decir del retraído de Álvaro que preguntaba el nombre a tres muchachas
de esas que se les nota que no son de provincia.

Besos a peso, cachetadas a cinco; se atasca la gente y se mueve en el ambiente.
De todas maneras las fotos salen o no sin echar una moneda de 10 en los botesitos
esos que ponen los artistas callejeros.

Llamas y llamas y no te das cuenta de lo muy ocupada que estaba, dando besos a los
de delante y cagando la leche a los de atrás; mejor te llamaron y dijeron: "es que si la buscas deja decirle que apunte tu recado en su libreta de me vale madres" y al final te colgaron.

Que se oiga mas y mas el ruido que la gente se amontona, que pese al frío se siente el calor
humano entre las pequeñas calles, las apretujadas de cuerpo que daban cuando querías ver los trucos callejeros.
Al final nos dormimos en la calle, no había mas lugar; sentimos una mano en el hombro y un hombre con un gran porro aliviaron la noche sin techo que teníamos.

Cuando despertamos ya no traíamos cosas, el hijo de la chingada se había ido con todo lo que teníamos; no quedo de otra que pararnos con un letrero: "de regreso a guadalajara".

No hay comentarios: