Día 1-estorbo-

Estorbo. Ansiedad. Desesperación. Frustraciones encontradas. Robarme el tiempo tuyo. Estar en silencio del otro lado de la habitación.

Y no se que es lo que hago el día de hoy aquí. Creo que es hora de irme.

Día 1 -constancia-

Yo no se que significa ser constante. Algunas veces he decidido tirar todo por la borda sin importar el esfuerzo, tiempo, dedicación y demás cosas invertidas. Sin embargo veo la constancia en ti, no se por que sea que eres constante, no se por que sea que tu semblante a pesar de no decir mucho con el simple echo de mirarlo, transmites esa sensación y ese sentimiento que pretendes decir al momento.

-.¿qué se necesita para ser? Fue la pregunta que me hiciste caminando por el pasillo.

No lo sé. no lo sé.
-se necesita estar- contesté de cierta manera confundida e indecisa.
-claro que no, para ser se necesita parecer.

Eso ya lo había escuchado muchas veces en la escuela, así es como trato de aparentar diario. Muchas veces puede ser una farsa el aparentar y verse de alguna manera, la gente pudiera creer que eres.

Sin embargo estamos hablando de personas auténticas. Personas como tu y como yo, enfermas. En el sentido estricto no, tal vez en un sentido más significativo que sólo tu y yo podríamos entender.

A veces creo que intentas hacerme de la manera en la que quieres que sea, y eso me gusta de cierta manera, por que entonces eres tu quien tiene el control. Té dejo el control de mi vida a ti, a tu disposición. Soy tuya.

Manejame a tu antojo, dirigeme como más te complazca. Yo seguiré a tu lado. Pese a lo que pese, por que en realidad no puedo creer que yo misma, con lo intolerante, celosa, posesiva, incomprensiva, aprehensiva que soy pueda estar respetando por primera vez en mi perra vida.

Digo perra por que siempre me comporte así. Y es la primera vez que estoy segura que no quiero perder lo que tengo. Que no quiero deshacer lo construido. Que sea poco o mucho. En realidad no lo sé. Pero lo que es es. Ni más ni menos. Simplemente así.

Día 4 -Tu mirada-

Ayer fue un día un poco complicado.

El dolor de mi cuerpo no me dejaba en paz, la inchazón de mis extremidades era insoportable. Ni siquiera el simple roce de la ropa me era grato.

Estuve todo el día intolerada, cansada, con ganas de sumirme en un profundo sueño y no despertar en varios días. Acepto que la cabeza estuvo un poco tranquila, un poco porque en veces le da por revelarse y estarme jodiendo el día.

Sin embargo llegó mi momento anhelado y deseado, la noche llegó y por fin pude dormir.
Soñé contigo.

Soñé que vivía en unos edificios, lejos de aquí, que en el departamento no cabía nadie más que yo.
Era un ambiente de esos que me suelen gustar, luz tenue, edificio viejo, deteriorado, las paredes descarapeladas por la humedad en los cimientos, cosas ajenas y humildes, en un barrio.

De pronto llegabas y me decías que me tenía que salir. -Te están buscando y van a venir por ti, yo lo voy a acompañar así que no puedo quedarme contigo. No quiero que estés cerca de por aquí, vete lejos un tiempo y ya después vemos-.

Salía de mi casa, atravesaba los edificios, el patio lucía grande y desolado. Caminé hasta el parque que se encuentra a unas cuadras, empezaba  a oscurecer. Caminé por la glorieta hasta donde se encontraba la escuela. Había muchísima gente en la zona, se estaban graduando.

Me acerque hasta la escuela y me puse chamarra y gorro. Con esto podría pasar desapercibida.
Camine hasta donde estaban unas amigas, me quede platicando con ellas siempre atenta al momento en el que pasaras. Y pasaste a mi lado, me observaste y rápidamente giraste la cabeza para ver si era yo. Efectivamente, me reconociste, seguías avanzando al lado de aquel hombre delgado que caminaba erguidamente y rápido, tu traías cargando una mochila muy grande, traía las cosas que habían robado; tus ojos eran de angustia y de preocupación, tu rostro denotó una angustia y un sentimiento de cariño, "qué estás haciendo aquí, vete" sentí esas palabras cuando al ir caminando seguías volteando a verme.

Me gusto ese rostro debo confesar, me gusto tu expresión de preocupación. Y me fui, abracé a una de mis compañeras y seguí caminando hasta una barda. Te seguía buscando con la mirada, pero tu ibas caminando deprisa al lado de aquel hombre que de nuevo te había incitado a salirte de los principios. 

Te vi partir, yo me quedé. Me quede entre la gente, entre la multitud recordando tu rostro, sintiendo de cierta manera tu preocupación. Me gustó esa sensación, y aunque no fuese realidad, me quedo con ese sentimiento.

Al despertar, ese deseo, esa paz, esa rica escena de tu rostro seguía en mi. Agradecí por el día y me dispuse a hacer lo que tengo que hacer.

Día 3 - El perro y el hombre-

Parece ser que la nostalgia aflora cada vez más. No se porqué extraña razón últimamente estoy sintiendo todo con agresión; las palabras, los juegos, las miradas, las expresiones, las caricias, los abrazos. Todo en absoluto me traslada a un estado de vulnerabilidad inmediato.

Una imagen seguida de una pregunta me fastidiaron el día de hoy. ¿A quién te recuerda?...

Vaya preguntas, vaya maneras.
Yo creo que mi estado natural de lloriqueos, reproches, maldiciones y demás esta retornando.
Vaya que me siento agotada, vaya que hago un enorme esfuerzo por no pensar, por no dedicar segundos a aquellas cosas que me ponen mal. Y pienso en lo bonito, aquellos recuerdos duraderos que se quedaron dentro de mi corazón marcados para siempre.

Sin embargo, me traslado a la realidad y ahí es cuando duele. Es inevitable ver pasar en segundos aquello que pudo ser algo bonito, aquello que pudo ser algo interesante. Aquello que pudo hacerme feliz. Sin embargo ahora ya no está. Y me remonto a épocas, a sueños, a imágenes, a nostalgias, a conversaciones que no tenían ningún solo propósito más que el sentir.

Ahora mis conversaciones son absurdas, están llenas de agresión, o por lo menos así lo siente mi corazón, están atascadas de falta de respeto, desilusión, interés al máximo. Y sigo parada en el mismo lugar, con las mismas cosas, esperando que suceda algo extraordinario que nunca pasará.

No se como tolero, como me dedico a practicar. Estoy cansada. Esto no es amar, esto no es querer, esto es un puto capricho que me esta desgastando cada vez más. Y me canso.

Es entonces cuando veo la foto y pienso "los perros tienen más amor que los hombres en sí". Irónico.

Día 2 -me doy cuenta de la soledad-

En realidad traté de llevar mi mente al limbo. No funcionó. Despierto con esa insatisfacción característica de mi propia esencia. Lamento lo que pasó ayer y me dedico a iniciar de nuevo. No funcionó otra vez. Transcurren las horas y sigo persiguiendo esa sombra dañina. Transcurre el tiempo y sigo esperando la palabra adecuada, la palabra de aliento, la sonrisa, el abrazo, la mirada, la caricia. Y nada de eso pasa. Recibo los golpes de la indiferencia, golpes de ignorancia, golpes de desprecio, golpes de infidelidad. Que más da, al final de cuentas, las cláusulas del contrato quedaron marcadas desde un inicio sobre el viento, después sobre papel para dejar huella.

No comprendo sí eso sea un rechazo, sí eso sea un "sólo un tiempo", si eso sea un "yo no te quiero". Pero permanezco aún ahí, ¿por qué?, No lo sé todavía. Quizá estoy esperando algo, quizá tengo la ilusión, quizá me quede un poco de esperanza, sólo quizá tal vez en algún remoto momento y una vaga idea me pueda ser fiel y leal. No lo sé, no se por qué escribo esto, no se por qué intento divulgar debajo de todas las cosas que me siento impotente, me siento infeliz, me siento deshonesta conmigo, no he sido honrada para decir. "Esto duele, ya basta". Por que tengo miedo, ese miedo que habita dentro de mi, ese miedo a la soledad.

Día 1 -después del zen-

El día de hoy me despierto con la firme idea de que todo va a cambiar. La conversación nocturna del día anterior me brinda un poco de esperanza y alegría. El escuchar "más vale algo roto para reparar que algo que se pudre por no usar" es algo que taladra en mi cabeza. Mi conciencia esta joven, es un bebé, y como toda madre primeriza, tengo miedo, no se como alimentarlo, tengo miedo que sufra, que se equivoque. Que se caiga y se lastime. Pero tengo que dejarla crecer, aprender a dejarla libre para que pueda conocer y experimentar. No me gusta la idea del sufrimiento, tampoco la idea perturbadora de la soledad. Sin embargo sigo tejiendo marañas en mi vida de las cuales no se si pueda lograr respirar, y me aferro a lo que no es mío y no será para mi. Y encuentro algo de tranquilidad en mis sentimientos, pero los pensamientos son horrendos. Lastiman a mi corazón y lo hacen trizas.

En realidad no entiendo muchas cosas aún. No se sentír genuinamente aún. Me canso de esperar recibir. Me canso de dar sin recibir, me canso de las mentiras y los engaños, estoy fastidiada en cierta manera de mi forma de vivir. Pero sigo aquí. Todo tiene una recompensa, una experiencia, un aprendizaje.

Encuentro las cosas tan bellas en su simple esencia, pero la mía apesta. Se huele desde lejos algo podrido. Algo que no sirve y no funciona, e intento revivir las cosas lindas. Aún no las puedo ver.

Ciega para los sentimientos, ciega para sentir. Ciega para amar, para dar, para vivir.

En realidad no se que es lo que pasa el día de hoy dentro de mi, no comprendo este dolor, más bien, este sufrimiento que yo sola me provoco.

Aún no se discernir entre lo que quiero, lo que espero y lo que vivo el día de hoy. Vivo en una irrealidad creada por mi mente para sentirme bien. Pero a veces fallo. Y muy seguido.