Día 4 -Tu mirada-

Ayer fue un día un poco complicado.

El dolor de mi cuerpo no me dejaba en paz, la inchazón de mis extremidades era insoportable. Ni siquiera el simple roce de la ropa me era grato.

Estuve todo el día intolerada, cansada, con ganas de sumirme en un profundo sueño y no despertar en varios días. Acepto que la cabeza estuvo un poco tranquila, un poco porque en veces le da por revelarse y estarme jodiendo el día.

Sin embargo llegó mi momento anhelado y deseado, la noche llegó y por fin pude dormir.
Soñé contigo.

Soñé que vivía en unos edificios, lejos de aquí, que en el departamento no cabía nadie más que yo.
Era un ambiente de esos que me suelen gustar, luz tenue, edificio viejo, deteriorado, las paredes descarapeladas por la humedad en los cimientos, cosas ajenas y humildes, en un barrio.

De pronto llegabas y me decías que me tenía que salir. -Te están buscando y van a venir por ti, yo lo voy a acompañar así que no puedo quedarme contigo. No quiero que estés cerca de por aquí, vete lejos un tiempo y ya después vemos-.

Salía de mi casa, atravesaba los edificios, el patio lucía grande y desolado. Caminé hasta el parque que se encuentra a unas cuadras, empezaba  a oscurecer. Caminé por la glorieta hasta donde se encontraba la escuela. Había muchísima gente en la zona, se estaban graduando.

Me acerque hasta la escuela y me puse chamarra y gorro. Con esto podría pasar desapercibida.
Camine hasta donde estaban unas amigas, me quede platicando con ellas siempre atenta al momento en el que pasaras. Y pasaste a mi lado, me observaste y rápidamente giraste la cabeza para ver si era yo. Efectivamente, me reconociste, seguías avanzando al lado de aquel hombre delgado que caminaba erguidamente y rápido, tu traías cargando una mochila muy grande, traía las cosas que habían robado; tus ojos eran de angustia y de preocupación, tu rostro denotó una angustia y un sentimiento de cariño, "qué estás haciendo aquí, vete" sentí esas palabras cuando al ir caminando seguías volteando a verme.

Me gusto ese rostro debo confesar, me gusto tu expresión de preocupación. Y me fui, abracé a una de mis compañeras y seguí caminando hasta una barda. Te seguía buscando con la mirada, pero tu ibas caminando deprisa al lado de aquel hombre que de nuevo te había incitado a salirte de los principios. 

Te vi partir, yo me quedé. Me quede entre la gente, entre la multitud recordando tu rostro, sintiendo de cierta manera tu preocupación. Me gustó esa sensación, y aunque no fuese realidad, me quedo con ese sentimiento.

Al despertar, ese deseo, esa paz, esa rica escena de tu rostro seguía en mi. Agradecí por el día y me dispuse a hacer lo que tengo que hacer.

No hay comentarios: