Día 1-confrontación-

Llevaba días esperando hablar. Los nudos en la garganta cada vez eran más difíciles de desatar. Era incontenible la emoción de sentir que ya era mi turno. Lo esperaba con ansias desde hacía ya días. Y en el momento menos adecuado sentí que tocaban mi hombro. Me llevaron hasta aquel cuarto en el que por primera vez pude hablar lo que me pasaba. Una simple pregunta y una simple engañosa respuesta. Otra simple pregunta y una respuesta sincera. No se que esta pasando, de pronto es tanta la presión que comienzo a hablar y hablar y hablar y es ahí cuando me doy cuenta de que he perdido la cabeza. Me dirigen hasta el tronco en donde me subo. Preguntas, pausas, recuerdos, recuerdos, anhelos, muchas cosas venían a mi en forma de imágenes, de sentimientos.

No se en que creer, hace días platique contigo. Me escuchaste y me viste llorar, no pasa nada me dijiste. Me empecé a quejar de ti. No se quien eres, no se en donde estas, no se si puedes. Y sentía que eso era falso, puesto que yo creo en ti, se que estas conmigo. Se que no me has abandonado. Y es entonces cuando comienzo a hablar. Hablar. Hablar. Llorar. Llorar. Dolor tras dolor se fueron acumulando las ideas en mi cabeza. En realidad fue un sueño, nunca supe lo que estaba pasando. Se me había tan irreal. Gente con la mirada fija en mi, ojos llorosos, ojos que no quieren ver. Y ahí empezó.

A darse cuenta de todo, a descubrirse, a desenmascarar todo lo que hay detrás de aquella sonrisa de siempre, aquella estructura vital y vivaz que caracteriza. Todo se desmorona lentamente conforme pasan los minutos. Todo esta fuera de control. Me siento fuera de lugar, vulnerable ante cualquier circunstancia que pudiese dañar mi integridad. Y no me resta más que confiar. Si ya estas adentro, ya aceptaste. Ya te metiste, para que mirar atrás.

Y estoy con un dolor terrible de cabeza

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